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2014-15 TEMPORADA 2015-2016  2016-17

TEMPORADA 2015-2016
2014-15    2016-17 

DATOS BÁSICOS RESUMEN DIRECTIVA Y PLANTILLA PARTIDOS CLASIFICACIÓN
DATOS RESUMEN PLANTILLA PARTIDOS CLASIFICACIÓN

RESUMEN

El batacazo ha sido monumental, tremendo. Después del subidón del campeonato de grupo, la afición no puede todavía creerse que no una, sino dos oportunidades de subir se han perdido, las dos en casa, para más inri, viendo como el rival celebraba el ascenso que nosotros queríamos.

Todo el entorno parece quedarse en suspenso, el tiempo parece haberse parado. No hay fuerzas para levantarse otra vez. Si ni así subimos, ¿cómo y cuándo vamos a subir?

Toca no obstante reaccionar y empezar en la nueva campaña. Para terminar de fastidiar, el club ha estado inmerso en el playoff, y la planificación deportiva llega cuando otros equipos llevan ya mes y medio en ella. Pronto se adivinaría que se habían quemado muchos cartuchos en esa jugada, y que ahora había que arreglarse con menos, algo que se vislumbra con las altas y bajas.

De momento, tras varios días de duda, finalmente se anuncia la renovación de Claudio el y Alfredo Santaelena el primer día de julio. A pesar de los errores evidentes que cometió en el playoff, parece que el técnico valenciano es el preferido por la hinchada para volver al asalto a la segunda división. Con la cabeza visible ya definida, se empieza a confeccionar la plantilla. Como va dicho, se anticipa ya que los recursos no serán los mismos. El tridente ofensivo, imposible de retener ya en Segunda B, emigra al completo. Airam Cabrera se estuvo dejando querer hasta última hora, pero finalmente se fue a la liga polaca, cansado de esperar la llamada de Vizcaíno. Jona y Villar van de cabeza a la división de plata. Aulestia, Espinosa, Arregi, Migue García, Ricky Alonso, Oscar Rubio, Navarrete...la diáspora es otra vez, brutal. Rotación tremenda. Toca construir un equipo nuevo casi desde los cimientos.

Sí continúan sin embargo algunos valores de la pasada campaña. Servando y Josete continúan, aunque a muchos le han dejado dudas. Kike Márquez, del que se espera que dé un paso adelante definitivo, también se queda en Carranza. Segundos espadas como Tomás, Andrés Sánchez (que tiene que volver de su lesión), Hugo Rodríguez, Garrido y Fran Machado establecen la base sobre la que se sustentará el resto de la plantilla (irónico que casi todos terminarían saliendo en el mercado de invierno).

A marchas forzadas, van cayendo los nuevos fichajes para el nuevo Cádiz. Casi de una tacada arriban a Carranza el portero Alberto Cifuentes, Juanjo, Salvi, Canario y Cristian Márquez. Menos el primero, el resto han desarrollado sus cortas carreras en la categoría de bronce.

En estas, se conocen los que serán los rivales del Cádiz CF para la próxima temporada, a saber: Balompédica Linense, Algeciras, Marbella, Granada B, Almería B, Real Jaén, Linares Deportivo, Betis B, Sevilla Atlético, Recreativo de Huelva y San Roque de Lepe, en representación de Andalucía, Real Murcia, UCAM Murcia, Cartagena, La Hoya y Jumilla por parte de la Comunidad Autónoma de Murcia, más el Melilla y los dos extremeños, anteriormente citados: Villanovense y Mérida. Todo parece indicar que los amarillos se batirán el cobre con los equipos murcianos punteros, como así terminaría siendo, más el invitado de turno, el Sevilla Atlético.

El pequeño Cordero continúa peinando el mercado, y completa el plantel con Guille Lara y Zafra (que serían cedidos), Abel Gómez, Pol Ballesté como portero suplente (cedido por el Málaga) y los cedidos Lolo Pla, Alvaro García y Aridane, que darían un rendimiento excelente. La nota triste la pone la marcha de Diego González, enésimo canterano mal vendido al Sevilla, que cabrearía muchísimo a la afición.

Faltaban los delanteros del equipo. Con esa figura vendría la verdadera bomba del verano. El nombre de Dani Güiza, conocido xerecista y declarado anticadista, niño mimado de Quique Pina (su padre futbolístico) sale a la palestra como posible fichaje. Jugador de calidad excelsa, un lujo para la Segunda B, que sin embargo tiene un pasado inaceptable para muchos aficionados. El último día de julio se anuncia oficialmente el fichaje. Polémica servida.

Completa la dupla ofensiva el colombiano Wilson Cuero, cedido del Granada, que volvía al Cádiz, ahora como miembro del primer equipo de pleno derecho. Una de las peores decisiones de la temporada, sobre todo teniendo en cuenta que ocupó el supuesto sitio de Airam, que a estas alturas se seguía ofreciendo al club.

Llega el Trofeo, que deja ya dudas de cómo juega el equipo. Quitando algunos destellos de Alberto Quintana (injustamente eclipsado durante toda la campaña), Claudio y los suyos no convencen a casi nadie. Para colmo, siguen los líos con Güiza y la afición, que sigue sin aceptar el fichaje.

En estas comienza la liga, que lo hace de forma positiva. Siguiendo la cacareada media inglesa, el Cádiz ata los puntos en casa, y va sacando empates a domicilio. Además, avanza rondas en copa, pese a tener que jugar a partido único fuera. Sin embargo, ya desde el principio se le ve a Claudio excesivas rotaciones. De momento, la cosa no va a mayores, con la excusa todavía de que estamos en el comienzo de curso.

Poco dura la estabilidad en el seno del club. Pocos días después de cerrarse el mercado de fichajes, el secretario técnico, Jorge Cordero, abandona la nave. Por detrás, las desavenencias que ya empiezan a ser evidentes, entre Pina y Vizcaíno. El exjugador Enrique Ortiz le sustituye en el cargo.

Todo va razonablemente bien hasta que cae la primera derrota, contra el Murcia y en casa. Esta derrota habría de ser un aviso a navegantes de lo que ocurriría durante toda la liga regular: el Cádiz, como los matones de colegio, se aprovechaba de los pequeños, pero en cuanto llegaban los de su edad, había espantá. Las vergüenzas, al descubierto.

En estas, la Copa da una de las alegrías del año (qué temporada tan apasionante, muchas pequeñas decepciones compensadas con grandes alegrones, en las que Güiza, supuesto renegado, fue protagonista directo marcando los goles decisivos). Los amarillos derrotan a un voluntarioso Laredo en Carranza (1-0) y acceden al bombo de los premios gordos. Y al Cádiz le toca la lotería. Nada menos que el Real Madrid se empareja en el torneo del KO con los amarillos. Los merengues volverán a Carranza en partido oficial (no ocurría desde 2006) y la directiva se frota las manos anticipando la taquilla que les permitirá cuadrar el año.

En liga, a pesar de la primera victoria a domicilio, el juego del equipo sigue sin ser el deseado. El centro del campo, con Abel Gómez a la cabeza, es un naufragio continuo, y así es difícil construir un equipo sólido. Las dudas, justificadas, asaltan a la afición, que de momento calla porque la situación en la tabla es razonable. Aún queda mucho.

El silencio dura poco. Una semana después, en el empate en casa ante el San Roque de Lepe (en el descuento y gracias), la afición empieza ya a entonar la música de viento, incluso sin esperar al final del duelo, algo impropio de Carranza. Y es que el equipo no juega un pimiento, como reconoce el propio Claudio. Si en casa se falla ante rivales de poca entidad, mal vamos.

Van pasando partidos, algunos infames (como el del Betis B en Carranza) otros algo mejores (como el de Linarejos) pero el Cádiz continúa irregular. No engancha dos victorias seguidas, y lo peor, no transmite seguridad, más bien todo lo contrario. Claudio continúa con un plan muy loco de rotaciones, y como consecuencia de todo ello, la distancia con los equipos murcianos, que ya comandan la tabla, no se reduce, para desesperación del respetable.

El año liguero termina con otro mazazo, la derrota en Murcia ante el UCAM, que abre ya una brecha considerable. Los de Claudio en ningún momento inquietaron a su rival, y queda claro, otra vez, que los amarillos (que se van de vacaciones con el liderato ya a cinco puntos, que serían siete en enero al jugar el Murcia un partido atrasado) no pueden jugarle de tú a tú a los que mandan en el grupo IV.

Decimos el año liguero porque antes vendría el show copero ante el Real Madrid. Se juega la ida en Carranza, y los blancos apenas tardan cinco minutos en poner de relieve el abismo que media entre ambos equipos. Cherysev, hace el primer tanto. El nombre del ruso sin embargo habría de pasar a la historia de esta copa, cuando mediada la primera parte, salta la noticia, que corre como la pólvora por móviles y redes sociales: el cuadro merengue está incurriendo en alineación indebida con la participación del delantero, que arrastraba una sanción en Copa de la temporada anterior, cuando jugaba con el Villarreal. El partido se desdibuja por completo, y la bomba termina estallando. El Cádiz reclama a la RFEF, que le otorga la razón, como todo el mundo sabía ya, pues no había lugar a dudas. Los amarillos apean al Madrid de la Copa en los despachos (tras haber llenado el estadio y hacer la taquilla del año). La guasa gaditana se ceba con el grande. Una historia que contar a los nietos, pero que no tuvo mayor repercusión en lo deportivo: en la ronda siguiente, un Celta que firmaría una campaña excepcional (y que luego eliminaría a todo un Atlético de Madrid) se deshace sin contemplaciones del cuadro cadista.

Se abre de nuevo el plazo de fichajes. Eso, en el Cádiz de los últimos años, significa locura total, desenfreno total. Primero, estampida con las salidas de Kike Márquez (todo un trauma para muchos aficionados, bien vista por otros; debate caliente de los que gusta en el cadismo) y Hugo Rodríguez (pocas horas después de que fueran titulares ante el Jaén en el primer partido de 2016), Garrido, Josete, Tomás, Cuero y Cristian Márquez. Nada menos que siete bajas, que serían repuestas con otras tantas altas: David Sánchez, Jandro, Despotovic, Nana, Carlos Calvo, Migue y Xavi Carmona. Cuesta trabajo creer que un equipo con tantísimos cambios consiguiera finalmente ascender. Pero ahí está.

Las críticas arrecian a Vizcaíno por elevar de forma considerable la edad media de la plantilla. Las críticas son fundadas: quitando los obligados sub23, los nuevos en llegar rondan todos los 35 años. La respuesta de presidente y secretario técnico es que se busca experiencia para cuando llegue la hora de la verdad. Al final, tendrían que sacar pecho por esta afirmación.

Lo cierto es que, fuera por los fichajes o no, el 2016 comienza con tres victorias consecutivas que, por fin, insuflan moral al público y al equipo. Por desgracia, fue sólo un espejismo. Pasado el efecto novedad de los fichajes, el Cádiz se da de bruces con la dura realidad. Pierde en casa contra el Granada B, es humillado por el Algeciras a domicilio, gana al Marbella en casa, pero luego empata dos partidos más. Todos apelan a que hay que jugar mejor, hacer más sacrificios, correr más...pero el equipo no carbura para desesperación de todos.

Esta racha se lleva por delante las pocas opciones que quedaban de ser campeones (como admite el propio Claudio entre líneas), con los dos equipos murcianos con la directa ya puesta. Empiza a la vez el baile de nombres para sustituir a Claudio, que por mucho que diga, se le nota afectado por los resultados y por no dar con la tecla, cambiando cada semana once titular y convocatorias. De pronto un día un jugador es titular, que al domingo siguiente se queda en la grada. Una grada que está ya harta y que ya grita y pita a los suyos sin contenerse. Así no hay manera.

Este Cádiz, sin embargo, irregular hasta la locura (hasta que Cervera se puso serio en el playoff) de repente repunta otra vez, cuando estaba ya en la lona y con el árbitro contando. Todos estábamos temblando pensando en la visita a un Murcia líder incontestable, y van los de Claudio y se les ocurre ganar en la Nueva Condomina. Lo hace además remontando. Ver para creer, cuando el equipo estaba totalmente deshecho.

La victoria tiene un valor moral importantísimo, y permite a los amarillos recuperar la confianza. Recuperado el tercer puesto, los de Claudio, guiados por la velocidad de Salvi y los goles de Lolo Pla, se apuntan nada menos que otras tres victorias más consecutivas, algo totalmente inédito en la campaña.

Todo parece ir viento en popa (aunque la distancia con el líder sigue siendo de cinco puntos), hasta que se rompe Salvi en el partido en casa contra el Linares. Casualidad o no, a partir de ahí, el Cádiz entra en una espiral desastrosa, de la que sólo se recuperaría ya en el playoff. Para ser exactos, la debacle empieza en el punto de penalti de la Ciudad Deportiva del Betis, una semana después. El Cádiz está jugando para ponerse a tres puntos del Murcia, que empieza a enseñar los síntomas que le terminarían por tumbar del primer puesto.  Los cadistas van ganando 0-1, estrellan dos balones al palo...y en la segunda parte, penalti a favor. Muy fácil ante un filial ya deshauciado. Pero la puñetera manía de querer tener al pichichi de la categoría (a ver para que sirve eso) hacen que Güiza (que ya falló otra pena máxima, aunque marcó el rechace) lo tire flojo a las manos del portero, un pecado capital, teniendo a un especialista con ese guante en la bota que es David Sánchez.

Y en diez minutos, el despropósito. El equipo se deja hacer tres goles, nada menos que tres, ayudados por un árbitro infame, eso sí. Errores infantiles (el único lunar de Cifuentes en toda la temporada), la expulsión de Andrés... Un simple soplo de unos chavales tumba el castillo de naipes, que ya no habría de reconstruirse más con Claudio (que por mucho que despotricó contra sus futbolistas, no consiguió enderezarlos). De ponerse a tiro del liderato, a dinamitar toda la ilusión.

A partir de ahí ya, caída libre. Otra vez el equipo se deja remontar en La Línea (el ataque del entorno a la veteranía de los fichajes, que debían traer más experiencia, es feroz, y con razón), y es que de repente, el equipo es un flan. Ya lo de Sevilla no es un accidente, es algo más, que se confirma en el campo de Gibraltar (tal fue el ridículo que el club tuvo que regalar entradas a los aficionados que viajaron). Balón que pasa cerca del área pone a todos a temblar, y cuando el adversario marca, todo se vuelve ya imposible, una quimera. Nervios por todas partes. Lo dicho, impensable en un equipo de veteranos que se supone, ese es su punto fuerte.

Empate ante el Sevilla Atlético en casa, y luego, ridículo insuperable en el campo del colista el Almería B. Ya no es que no vayamos, ni de lejos, a oler el liderato, es que empieza a peligrar el cuarto puesto. Aunque el puesto que peligra es el de Claudio. Era ya insostenible su situación, y Vizcaino ya andaba buscando sustituto desde la derrota en Algeciras, como él mismo reconoció. El técnico de Manises, después de dos oportunidades de ascenso perdidas y una temporada regular desastrosa, es cesado. La semana horribilus se completa con las vergonzantes pintadas en los coches de los jugadores, que dieron la vuelta a toda España, dejando al club y a la afición con una imagen pésima. Con este ambiente, hablar de ascenso era casi un insuto a la inteligencia. Otro año más, maldita sea.

La vida, sin embargo, da muchas vueltas, y nunca se sabe lo que nos puede deparar el futuro. Como la historia del monje chino, habría que esperar para reconsiderar si lo que estaba sufriendo el Cádiz era buena o mala suerte. Y asegurar el playoff a la vez que no se podía llegar de ninguna manera al liderato, fue la aportación que Claudio hizo que permitió a su sucesor dar con la tecla.

El Cádiz  anuncia enseguida el nuevo inquilino del banquillo, Alvaro Cervera. Llega tras estar un tiempo sin entrenar. Sin estridencias, tiene pinta de contable aburrido trabajando en cualquier sucursal bancaria. Poca presencia, pero mucho coco. El desastre en liga le permite, sin embargo, llegar sin ideas preconcebidas. A poco que se saquen algunos puntos, la cuarta plaza está asegurada, y el técnico tiene tiempo de hacer una minipretemporada, sabiendo que ha de disputar seis partidos (ojalá), todos ellos con la ida en casa y la vuelta fuera. El público, claro está, no lo entiende, y sigue clamando contra un equipo que pierde partidos. Pero el técnico, el único que creía cuando todo el mundo tenía la moral por los suelos, sigue a lo suyo. Haciendo sus pruebas y buscando su once ideal.

Los jugadores, en una reacción normal, afirman que van a subir, que se ven mejor de lo que los resultados dicen. Nadie de la afición les cree claro, pero ahí estaba Cervera haciendo su trabajo en la sombra, poco a poco. Se toca fondo en casa contra el UCAM (que acabaría siendo campeón del grupo, subiendo a la primera, y luego campeón de toda la categoría), contra quien se pierde 0-2, y la moral de la afición por los suelos. Hay gente que hasta prefiere no jugar el playoff para evitar el ridículo. Cervera, a lo suyo. En el último partido de la liga regular, en Jaén, ya avisa, ganando 0-1.

Y se llega a los playoff. Nunca ha subido un equipo clasificado en cuarto lugar desde que se implantó el sistema actual, en la que los campeones tienen dos oportunidades, la primera de ellas directa contra otro campeón. Las sensaciones son malísimas. Pero hay que jugarlos. Poco se puede contar de los playoffs que los aficionados no recuerden.

Llega la hora de la verdad. El sorteo nos empareja en primer lugar con el Racing de Ferrol (por fin se tiene suerte con el bombo: para este choque, los gallegos no podrán contar con los cedidos por la entidad gaditana, Kike Márquez y Garrido), que después de estar líder casi toda la temporada, se dejó el campeonato en el último partido. Trayectoria descendente (aunque nadie viene cayendo más que nosotros).

Cervera, terminadas las probaturas, saca su once de gala, que quitando alguna variación, todos terminaríamos aprendiendo de memoria: Cifuentes en la portería, defensa de Carmona (que luego sería reemplazado por Juanjo), Migue, Aridane y Servando (una de las grandes sorpresas), medular para Mantecón (la otra sorpresa) y David Sánchez, bandas para Alvaro y Salvi, con Abel Gómez en la mediapunta (aunque fue solo ese día, luego se decantaría por Fran Machado, como no estaría Abel...) y Güiza arriba. Luego van entrando, según las circunstancias, Lolo Pla, Nana y alguno más. Y así, los seis partidos. Hay plan, hay idea, y se va a morir con ella. Todos, hasta el utillero, saben a lo que se juega aquí. Nada que ver con las oscilaciones brutales de Claudio.

Primer duelo en casa se salda con un 0-0. Muchos claman por las pocas ocasiones que generó el equipo, pero a los que saben de fútbol, enseguida les llamó la atención la solidez defensiva. Nada que ver con el resto del año. Ni jugando un año entero el Ferrol habría marcado. Y eso, en un playoff, vale oro. A poco que se tenga suerte fuera, es letal para el contrario.

Dicho y hecho: Cervera hace bueno su plan en A Malata en apenas veinte minutos en que los bajitos Alvaro y Salvi matan a su rival. Dos goles, eliminatoria sentenciada.

La afición, por supuesto, cumple, como siempre. Al espectacular recibimiento en el primer partido de playoff (las imágenes son alucinantes) se unen dos autobuses que se cruzan España entera para estar en A Malata. El club tuvo la sabiduría de premiarles por creer cuando pocos creían. A partir de ahí, se acabaron las dudas. Hasta el último gaditano hace el borrón y cuenta nueva que pedía Cervera. ¿Será posible que al final vayamos a tener opciones y todo?

Otra vez al bombo, a decidir entre Hércules, Castilla y Racing de Santander. De nuevo, nos acompaña la suerte. Los cántabros vienen muy tocados después del rapapolvo que les he endosado el Reus (parcial de 4-0).

Eliminatoria casi calcada a la anterior. Mismo esquema, misma idea, mismos hombres, mismo todo. El Cádiz vence en casa, otra vez mostrando una solidez atrás totalmente inaudita, y además, esta vez, marca, de penalti. David Sánchez (gracias a dios que imperó la cordura para que lo tirara él), como el mismo dijo, la empujó con toda el alma. Todos chutamos aquel penalti.

Y en el Sardinero, otro partido perfecto. Ni una ocasión atrás, hasta que, antes o después, alguno de los de arriba haga alguna diablura. Esta vez le tocó el turno a Alvaro García, que marcó un golazo de bandera, que de haberlo hecho Messi, lo hubiéramos estado viendo hasta en la sopa. El tanto entierra a los cántabros. Sin olvidar el paradón de Cifuentes que, con 0-0, evitó que los locales resucitaran A la ronda final. Ver para creer. Aunque nunca la dicha es completa. En su mejor momento de la temporada, Alvaro, después de hacer el gol, sufre una entrada durísima. Esguince y a la nevera.

A estas alturas todos creemos ya. Quien osaría decir lo contrario. Pero queda un escollo durísimo. El Hércules (ya sin sorteo, por las incompatibilidades de grupo) espera en la última ronda. Es un enemigo temible, con el que hay muchas cuentas pendientes. Pero surge la corriente en Cádiz de que este duelo permitirá cerrar el círculo, permitirá terminar con aquella maldición que empezó allí mismo, el Rico Pérez, con aquel penalti de Paz. Y así sería.

Primero el partido de ida. De nuevo, el plan está muy claro. Alineación calcada, todos a ejecutar de nuevo la misma idea. Por enésima vez, Aridane y Migue echan el cerrojo atrás, y la portería no corre peligro. No encajar en casa, la máxima del playoff, se cumple. Cuando todo parece abocado a un 0-0, aparece Carlos Calvo. Toda la temporada discreto, por ser benévolos, pero hasta en eso, tenía bien estudiado Cervera a su plantilla. Lo saca en la segunda parte, y en el minuto 85, los amarillos tienen una falta peligrosa a favor. La lanza el madrileño como los ángeles, todo Carranza la termina de empujar dentro. Imparable. La gente se vuelve loca. Todos los infortunios, toda la mala suerte, todas las maldiciones de años anteriores...son bendiciones en este. Gol de falta directa cuando el partido agoniza. Todavía algunos no nos lo creemos.

Queda la última batalla, el último escalón. Volver al escenario del crimen. Las bravuconadas del técnico herculano no son contestadas desde Cádiz. Aquello recuerda a Iñaki Alonso. Vamos bien. Nosotros a lo nuestro.
La afición, como no podía ser de otra manera, se vuelca con el último arreón. Veinte autobuses salen para Alicante. Locura total. Qué alegrón se iban a llevar.

Porque el sufrimiento y la tensión, aunque hubo que aguantarlos noventa minutos, en realidad duró poco menos de veinte. Era su turno. EL.

Gúiza hacía, para alegría de los cadistas, el tanto que certificaba de forma definitiva el salto de categoría, en el último partido en el Rico Pérez, fruto de esa presión que siempre ejercía, de creer en lo que hacía; en la misma portería en la que Abraham Paz falló aquel famoso penalti, cerrando un círculo que parecía desde el principio destinado a él. Fue su único tanto en el playoff, pero, qué tanto...

A partir de ahí, evidentemente, la catarsis colectiva. La liberación de los nervios, de las frustraciones después de tantísimos chascos. Seis años son demasiados. De la forma en que no se subió en algunos de ellos, demasiado cruel. Todos al cielo. Pero recordemos todos, que esto lo empezó Cervera, cuando nadie, absolutamente nadie, creía que esto fuera posible. A veces los éxitos llevan nombre y apellidos. Nunca, en este caso, fue más verdad.

Eclipsado obviamente por la tremenda alegría del ascenso, preocupación grave deja el fracaso, otra vez, del filial, que de empezar dominando una categoría que debería quedarle pequeña, se despeñó, igual que el primer equipo, hasta fulminar sus opciones de ascenso. Ahora en Segunda, haría mucha más falta ese filial como mínimo en Tercera, sino en Segunda B.

CREACIÓN FICHA: 29/06/2015

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 15/05/2017

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