El Cádiz había ganado cuatro partidos en 34 jornadas. El Cádiz no había ganado a domicilio en toda la liga. El Cádiz jamás había vencido al Sevilla en su estadio en partido de liga. Pues en apenas cuatro días, desesperando a propios y extraños, fallando lo infallable y con mucha agonía, pero el equipo se ha revuelto contra las matemáticas y se agarra a la vida de forma desesperada. Por desgracia, dos horas después, el Celta echaba un buen chorro de agua al vino ganando también su partido, lo que sigue dejando las opciones de permanencia en un milagro de esos que ya no pasan.
Todavía a esta hora de la noche es difícil creer que los amarillos se llevaran el ansiado botín del Pizjuán. El Sevilla puso de su parte ayudó poniendo la intensidad justa, pero los cadistas, si bien pusieron todo el corazón (que lástima no haberlo visto más a menudo), volvieron a evidenciar una falta de puntería rayando ya lo incrédulo. Vamos a contarlo por partes.
Mismo once inicial que contra el Getafe, desde el principio se vio quien se estaba jugando las lentejas y quien no. Los visitantes presionaban más y mejor, y daban la sensación de tener controlado el encuentro. Aunque la manta que maneja el Cádiz es muy cortita y la tiraba tan arriba que se dejaba los pies fuera. En el minuto 17 un pasillo enorme dejado por Zaldua que no llegaba, permitió a Lukebakio avanzar sin oposición desde la medular, y obligar a Ledesma a realizar una gran parada a su fuerte disparo.
En el ecuador de la primera mitad empezó por fin el cuadro cadista a, por lo menos, intentar disparos que pudieran ser gol. Primero fue Javi Hernández (el mejor chutador de la plantilla), luego Alcaraz, y luego Roger. Hasta que empezó la feria de ocasiones clarísimas falladas. En el minuto 34 Robert Navarro recoge un rechace en el área pequeña pero su zurdazo se iba contra el larguero cuando ya no tenía defensas que driblar. Aunque la desesperación sería aún mayor seis minutos después cuando Chris Ramos, tras encimar muy bien a Badé primero y luego a Sergio Ramos, se queda solo ante Nyland, al que dribla. Sin nadie ya que pudiera evitar el gol, el ariete gaditano se precipita, golpea la pelota mordida y esta se va fuera. Los jugadores cadistas se tiran al suelo como si hubiera sido un penalti fallado en el descuento de la final de un mundial. Sabían que no iban a tener ninguna tan clara como esa.
No había, sin embargo, tiempo para lamentos. Los de Pellegrino salieron tras el descanso con la misma actitud, embotellando a un Sevilla que mantenía por lo justo la vergüenza torera. Derechazo lejano de Alcaraz al que respondió Nyland con gran estirada; cabezazo de Escalante solo que echa fuera, remates de Javi Hernández y Juanmi (ojalá pueda mejorar de sus problemas musculares y ayudar al equipo en las dos finales que quedan) que tapa Badé...los cadistas saben que si empatan están muertos y no cejan en su empeño.
En el minuto 66 llega la jugada polémica de la tarde, con un gol en propia meta de Badé en la porfía con Chris Ramos por el balón, en la que el delantero gaditano golpea levemente al defensa sevillista. Este hace teatro del que tanto vemos desde que se implementó el VAR, y Del Cerro Grande (que sorpresa) llama al colegiado porque cree que la falta es digna de anular el gol. Ni obvio, ni claro ni manifiesto, pero así está el arbitraje español. El del césped muestra su falta de personalidad y pican con el drama del defensa palagana. Un despróposito.
Así que la cosa pintaba que ni con el Sevilla tirando contra su propio portero iba el Cádiz a conseguir el gol que tanto necesitaba. Pellegrino fue echando más madera (Juanmi, Guardiola, Alejo y Ocampo) y el partido se rompe completamente, ya sin rigor táctico ninguno y con jugadas de peligro en cada área. Afortunadamente, el técnico local ayudó también, dando entrada a Mariano, que sorprendentemente sigue jugando en Primera. El ex del Real Madrid falló todo lo que se puede fallar. También hay que acordarse de la ocasión de Joselu, que solo ante Ledesma le dio la pelota al portero.
Tras un cabezazo de Chris que tocó en el brazo del mencionado Juanlu (que no daba para penalti, pero ahí queda), la vida se le escapaba al Cádiz por segundos. Pero ya en el descuento, una jugada entre Juanmi y Sergi Guardiola (la diferencia de calidad es abismal) permite al delantero mancorí, ahora sí con mucha clase, alojar el balón en la portería, con un sútil toque con el exterior.
Éxtasis absoluto en el cadismo, los que estaban en las gradas (que eran muchísimos, no solo en la zona visitante) y los que estaban en casa. Lágrimas de emoción y de nervios que permiten al Cádiz seguir en la UVI y evitar el mortuorio. Con respiración asistida, pero ahí sigue. Solo quedan diez días para saber que será.
Foto: cadizcf.com