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Demasiado regalo para la remontada

21 de abril de 2022

Ficha en la web:
Cádiz - Ath. Bilbao (2021-2022)

Batacazo del Cádiz hoy en su estadio, que le despierta, con una guantá a mano abierta, como decimos aquí, del sueño y de la nube de la que venía de Barcelona, y le da de bruces con su realidad. Otra vez superado por el Mallorca en la clasificación, y con el Granada ya solo a un punto. Pero es que si regalas una parte entera en la que el rival te golea, es casi imposible sacar algo positivo, es demasiado remar.

Con todo, le falto al Cádiz un poco de suerte, para llevarse al menos un punto que hubiera dejado en muchísima mejor situación a los amarillos. Ese remate de rosca de Fali se comió el palo, cuando todos cantábamos gol. Se ahogaba así en la orilla el conjunto de Sergio González, que pagaba así su tremenda empaná al salir al terreno de juego.

No habían transcurrido ni treinta segundos cuando los vascos avisaban ya con su primer remate a puerta, y ni tres minutos cuando los avisos pasaban a ser zarpazos, el primero obra de Raúl García tras una excelente jugada. Nadie había notificado por lo visto al Cádiz de que el partido había empezado.

En una de las peores partes que haya jugado el equipo esta campaña, los amarillos fueron testigos impotentes, meros conos que observaban como los bilbaínos les pasaban por todos lados una y otra vez. Los goles de Muniain (tras aprovechar el rechace del penalti que había parado Ledesma en primera instancia) y de Vesga desde fuera del área (sin que nadie le pusiera resistencia) aniquilaban toda esperanza de puntuar, no digamos ya de ganar, y echaban por tierra el ensueño del Camp Nou. Pudo ser todavía mayor la herida, pero el 0-4 fue anulado por un fuera de juego de esos que requieren tener fe en el VAR.

El Cádiz, sin presentarse en su campo, frente a un rival que, en teoría, tenía que tener mucha menos motivación, por jugarse mucho menos.

En la segunda parte las tornas cambiaron radicalmente. Los locales, comandados por un Iván Alejo hiperactivo, se volcaron contra la puerta de Unai Simón, al que ahora le tocó trabajar. Nada más saltar Lucas Pérez al campo, el gallego hacía el 1-3 (tras un cabezazo del Choco que voló para llegar al balón) que terminaba de dar alas a los suyos, que soñaban ahora con el empate.

A partir de ahí, el duelo fue un monólogo cadista (favorecido por la justa expulsión de un zaguero visitante), que apenas dejaron huecos atrás para que alguna vez se colara el Athletic, pero en todas las ocasiones, la defensa y Ledesma solventaron la papeleta. Los de Sergio tocaban zafarrancho y lo intentaban con todo lo que tenían. Alejo e Idrissi centrando constantemente por sus bandas, el Pacha internándose desde segunda línea, Alcaraz filtrando balones por el medio, Alex Fernández ejecutando un disparo difícilísimo desde la frontal. Pero no había manera.

Cuando ya casi se bajaban los brazos, llegaba el 2-3 tras un centro (como no, de Iván Alejo), una dejada con el pecho espectacular de Negredo, y un remate certero de Sobrino. Vamos, vamos, que se puede.

El asedio cadista se recrudeció en los minutos finales, y a punto estuvo de coronar la subida con el citado remate de Fali, que maldita sea nuestra suerte, con un poquito más de efecto hubiera cogido el palo por dentro. La tuvo también Sobrino en un remate de cabeza en el área pequeña, pero se iría también fuera, y ahí moriría el partido, con Ledesma colgado también para el remate.

Otro traspiés en casa (somos el peor local de la liga, a poco que hubiéramos rendido solo un poquito más en el Nuevo Mirandilla), que obliga más si cabe a sacar puntos ante los difíciles compromisos de Pizjuán y Anoeta, amén de los partidos clave ante Elche y Alavés. Poder se puede todavía, pero estas oportunidades perdidas dejan un mal sabor de boca difícil de superar. A por más.