Seguramente nunca veremos un éxito como éste de nuestro equipo en la Copa del Rey.
En la temporada 89-90, con el Cádiz como siempre viviendo en el precipio de la permanencia en Primera, los amarillos escribieron su página más brillante nunca escrita en el torneo del KO. Dirigidos por David Vidal (a la postre, sería su última campaña en Carranza), los futbolistas amarillos se plantaron nada menos que en semifinales de la Copa. Tuvo que venir todo un Real Madrid para cortar el camino cadista.
La competición comenzó con una sencilla eliminatoria frente al modesto Mollerussa, contra los que los amarillos no tuvieron problemas. El cuadro catalán apenas fue un simpático sparring, al que se le ganaron los dos patidos.
En segunda ronda se pasaron muchos más apuros. Frente el Barcelona At, hubo que llegarse a los penaltis para dar cuenta del cuadro catalán, a pesar de la diferencia de categoría entre ambos.
A continuación esperaba un Real Betis que a priori, debía ser el verdugo ya de los amarillos. De hecho, éstos caen en Sevilla en la ida por 1-0. Parece muy difícil de remontar, pero en una brillante segunda parte, Barla y Jose González (que lo celebró con tanto entusiasmo que se lesionó y dejó a su equipo con diez) dieron la vuelta a la eliminatoria.
El siguiente rival, el Sporting de Gijón, también de más entidad que los gaditanos. Vidal y los suyos consiguen escapar vivos de El Molinón con un empate a cero. En la vuelta, se ha de jugar prórroga tras el 1-1 que se registraba en el minuto 90. En el tiempo extra, Marcelo hacía el 2-1 que los locales defendieron con uñas y dientes. Increíble. El Cádiz alcanzaba, por primera (y única vez en su historia) las semifinales de la Copa. Le acompañan Valencia, Barcelona y Real Madrid. Ahí es nada.
Fueron los merengues los que quedaron emparejados con los cadistas, que nada pudieron hacer ya frente al poderío blanco. La diferencia era insalvable. Los entrenados por Toshack se imponen en la ida en Carranza por 0-1, y la vuelta en Chamartín fue un mero trámite, que también ganaron los del galés, por 3-0. Finito.
Era febrero y todavía quedaban dos meses de liga, que era lo que realmente importaba. Tras el relevo en el banquillo de Vidal por el inglés Colin Addison, se terminaría consiguiendo la ansiada permanencia (sin pasar siquiera por la promoción), coronando una de las mejores campañas de la historia del Cádiz.