Ese resultado que tanto le gusta al entrenador, el 0-0, se volvió ayer a dar en el Cádiz. La lectura que se saca de dicho encuentro es que ha vuelto la solidez defensiva. Quitando algunas pérdidas absurdas de Diego Garrido (que sigue cometiendo, a estas alturas, fallos muy peligrosos), el conjunto ayer vestido de verde de nuevo (el club se tiene que replantear este tema) estuvo más correcto atrás, y construyó desde ahí el punto que terminó consiguiendo.
No significa esto que el Levante, líder muy destacado de la competición, no tuviera sus ocasiones (que Cifuentes volvió a desbartar), pero hubo muchas fases del partido en las que el cuadro blaugrana estuvo maniatado sin tener capacidad de hacer daño.
En el capítulo ofensivo el bagaje fue mucho menor, destacando por enésima vez Alvaro García (que todavía en el minuto 90 tenía fuerzas y velocidad para irse de sus rivales) y de la movilidad y clase de Ortuño, que tuvo en sus botas la ocasión más clara del partido, en un pase de la muerte del citado Alvaro, que el murciano tocó fuerte pero demasiado centrado.
Un punto que será bueno, de oro, si se le gana al Alcorcón en casa la próxima semana, rival directo por la salvación.