Otro de esos jugadores que sirven tanto para explicar la permanencia del año anterior, como para el descenso (por incomparecencia) en la siguiente. Fue titular en liga una única vez en todo el campeonato, y solo marcó un gol, en la jornada 36. Con eso está todo dicho.

Es cierto que entró en la liga arrastrando problemas físicos (no pudo debutar hasta la séptima jornada frente al Rayo) pero de ahí a que apenas jugara, y que le pasaran por la derecha jugadores como Maxi Gómez (que mostró una incapacidad goleadora insultante) o Roger (que estuvo lesionado un tramo larguísimo de la temporada), tanto con Sergio primero como con Pellegrino después, es algo que todavía hoy no conseguimos entender ni explicar.

Su papel quedó relegado intento de milagro cada vez que se iba perdiendo, saliendo cuando apenas quedaban 15-20 minutos. Pero claro, en este Cádiz, ya nadie invoca fenómenos paranormales como sí veíamos hace ya demasiados años. Así que el resultado era yermo, sin poder decir casi nada del manacorí en sus escasos minutos en el campo.

Cierto es que su salida desde el banquillo fue el revulsivo que necesitaba el equipo, como en los días frente al Celta o Mallorca en casa, pero ya por esas alturas el Cádiz necesitaba no solo empates y asistencias como dio él, sino goles y victorias, como cuando saltó al Sánchez Pizjuán en la antepenúltima jornada, donde ahí sí, hizo un tanto en el último minuto del descuento que nos hizo soñar por unas horas con la permanencia, y que se desvaneció solo en el partido siguiente.

Con el descenso de categoría, el jugador quedaba liberado de su compromiso y se despedía a las primeras de cambio, sin tener aún nuevo equipo.