Tras debutar en partido oficial con el primer equipo en un partido de Copa en enero de 2021, Momo Mbaye sube como miembro de pleno derecho a la primera plantilla cadista para la campaña 2022-23.

Su primera campaña como jugador profesional fue tirando a rarita, que anduvo muy irregular, dejando algunas actuaciones brillantes pero constantemente salpicado con errores inaceptables que costaron puntos. Demostró una falta de madurez e inteligencia que debe corregir con el tiempo.
Debutó de forma sorpresiva contra el Barcelona en casa, en ese deambular de Sergio, que no acertaba a encontrar un once que frenara la hemorragia incesante de derrotas en el inicio del curso. Pero fue solo flor de un día, y el africano dejó de ser llamado temporalmente por Sergio.

Con las mismas, el técnico lo vuelve a poner de titular en casa frente al Betis y cuaja un señor partidazo, ayudando a mantener la puerta a cero. Difícil de explicar la errática presencial del central en el once titular o en la grada. Cuando mejor está, siendo de nuevo titular en casa frente al Atlético, sufre una rotura muscular. Por suerte para él, el parón del Mundial está a la vuelta de la esquina y podrá recuperarse sin perderse muchas jornadas.

Como prueba de lo irregular de sus participaciones, podemos recordar su titularidad y excelente rendimiento en el Sánchez Pizjuán, y sin duda su mejor partido como amarillo, una jornada después, en casa contra el Mallorca, en el que también fue titular (una recuperación suya imperial da lugar a la jugada del 1-0). Tras jugar de nuevo en San Mamés, donde otra vez estuvo desacertado, vuelta al ostracismo, ahora completamente superado por Fali (en estado magistral) e incluso por el recién llegado Meré. Pues eso, la irregularidad personificada.

Su segunda campaña en la plantilla amarilla fue aún peor. No se pudo ir del Cádiz de forma más triste el central africano. Ni siquiera en una temporada en la que todo hacía aguas por todas partes y con otros compañeros de posición con muchos problemas físicos (como Luis Hernández o Meré), el zaguero tuvo opciones, pasándose casi todo el año del banquillo a la grada.

Sorprendió su titularidad en Son Moix en un partido que era capital para los amarillos (a la que respondió cumpliendo), pero fue solo un espejismo.
Volvería a jugar de nuevo en Vigo y contra Osasuna una semana después, obligado por las circunstancias: Chust fue expulsado en Balaídos en la primera mitad, y ante la plaga de lesiones en la zaga, Sergio tuvo que sacarlo al campo, pero el central no aprovechó sus minutos y su actuación dejó mucho que desear, cuando el equipo más necesitaba de todos, al encontrarse con uno menos.
Una semana después su concurso era obligado de nuevo por la ausencia de Chust (obviamente sancionado) pero después de ese encuentro, se quedaría ya inédito para todo el resto del campeonato. Ni un solo minuto más, pese a todas las vicisitudes que hubo. Muy significativo.