Fichaje totalmente del estilo de Vizcaíno, presidencialista al máximo, anunciado por el mandamás la misma noche del ascenso, y con corte parecido a otros anteriores también ejecutados por él. Veterano, con tiempos pasados de gloria máxima (sus temporadas en el Sevilla fueron impresionantes, y su internacionalidad por España, no discutida), sería un jugador fundamental para explicar la permanencia en Primera en sus dos primeras campañas de amarillo (por desgracia, no así en sus otras dos).

El fichaje era de campanillas y la calidad del delantero vallecano estaba fuera de toda duda, pero quedaba una incógnita, como siempre en los fichajes de este perfil: ¿cómo llegaría Negredo después de estar compitiendo durante los últimos tiempos en ligas de menor nivel?

A nadie se le podía olvidar el papel de otra estrella como el sanluqueño Jurado en el Cádiz CF, aunque siempre quedaba la esperanza de ver una buena versión del ariete. Tal y como sucedió en su día con Güiza.Y Negredo no defraudó.

El ariete madrileño dejó claro desde el primer minuto que no llegaba a Cádiz para establecer su retiro dorado. De hecho fue ponerse las botas, comenzar a entrenar y dar una clase magistral en cada momento, desde entrenamientos a partidos. Se podía pensar que iba a aportar, pero de ahí al temporadón que se ha marcado... ¡Hasta él se habrá sorprendido!

El que fuese internacional con la selección española marcó ocho goles oficiales con el Cádiz CF. Fue el primero en estrenar este apartado del club gaditano en su retorno a Primera con una diana en Huesca. Un tanto de saber estar en el sitio y no ceder como el gran delantero que es.

Luego llegaron tantos claves ante el Eibar (en Ipurúa y en el Ramón de Carranza), el de insistencia y fe ante el Barça en Cádiz, otro frente al Alavés... Todos decisivos para conseguir la salvación con tiempo de antelación. Goles tan vitales como su compromiso y su experiencia en el rectángulo de juego y en el vestuario. Dosis de profesionalidad en estado puro.

En total fueron ocho dianas (se añaden dos sin peso ante el Atlético y la última para cerrar el curso en el Ciudad de Valencia ante el Levante), ninguna de ellas de penalti, y más de 2.200 minutos de juego. Una cifra superior a la necesaria para renovar una temporada más con el Cádiz CF, fijada en 28 partidos jugados.

Una renovación que se demostró un grandísimo acierto en la campaña siguiente. El tiburón de Vallecas volvió a ser fundamental con sus goles para la permanencia del equipo. Y aunque hubo momentos feos fuera del campo, que ahora comentaremos, su liderazgo fue clave en la salvación del Cádiz. Su liderazgo, y sus goles, porque metió siete, y eso, para un equipo como el nuestro en Primera, es oro puro.

Pero desde el principio se vio que no iba a ser una temporada igual a la anterior. Aunque Cervera, contaba, como no podía ser de otra manera, con él, el vallecano iba y venía en las alineaciones, y no se consolidaba. No terminaba ningún partido (hasta ahí, todo normal, dada su edad y posición en el campo), pero es que tan pronto se salía, como contra el Barcelona en casa, como pasaba a empezar en el banco a la jornada siguiente (en la debacle de Vallecas).

Demasiados partidos saliendo desde el banquillo (o casi ni aparecer, como en San Mamés), algo que en principio se podía esperar dada su edad, pero que terminaría explotando después.

De tener un papel no estelar con Cervera, a ser estrella del equipo con Sergio González, se nota ya en el primer partido liguero del catalán (solo ese día, marcó un gol, le anularon otros dos, y asistió un cuarto; una semana después volvía a marcar en la victoria en el campo del Levante) que el Tiburón juega ahora a otra cosa. Algo que no toda la afición vio bien, y es que muchos entendían que el delantero le había estado haciendo la cama a su anterior técnico, y ahora de repente, corría más que antes. La permanencia tapó este ruido, pero es indudable que hubo un punto de inflexión clarísimo en su rendimiento con el relevo en el banquillo. De los siete goles que marcó en liga, cinco los hizo, en menos tiempo, ya con Sergio. Por si había alguna duda, el propio delantero aprovechó para mandarle un recado a su ya anterior técnico: “Se ha demostrado que sí estaba para 90 minutos”.

Es innegable sin embargo que Sergio supo exprimir al Tiburón, que empezó a marcar todos los goles que le faltaron en la primera vuelta, y a generar muchísimos dolores de cabeza entre los defensas rivales. En casi todos los partidos participaba en los goles, ya fuera de manera directa o indirecta (madre mía ese pase de pecho que le deja a Sobrino en casa frente al Athletic).

Tuvo que tragarse su buena ración de clavos tras el partido frente al Real Madrid, en el que falló un penalti que podría haber dado una victoria clave y que hubiera cambiado la forma de encarar la última jornada, pero todo eso, como hemos dicho, quedó atrás con la certificación de la permanencia, aunque fuera de forma tan agónica. Lo cierto es que Negredo fue fundamental en la segunda vuelta, y que demostró que todavía tenía mecha, porque calidad, nunca la perdió.

En la temporada 2022-23 se empieza a marcar el ocaso de la carrera del madrileño. Nueve titularidades en todo el año (siete de ellas en la primera vuelta) y un solo gol son datos bastante contundentes. Aunque ese gol fuera de capital importancia, ya que fue el de la victoria en Valladolid con la que el equipo rompía la horrorosa racha inicial de cinco derrotas y empezaría a caminar por fin hacia la luz.

No fue obviamente su único servicio (estuvo muy activo contra el Villarreal en casa, dio la asistencia de gol a Alex Fernández en Montilivi), pero evidentemente, aquello quedaba muy lejos del mejor Negredo que hemos visto.

Tras aquel partido y la debacle de Vallecas, su rendimiento empieza ya a caer, ahora sí, de forma considerable, y ya no volveríamos a ver su mejor versión, con muchos partidos sin presencia alguna en los 90 minutos.

Ni siquiera aprovechó el mes de enero en el que tras la baja de Lucas Pérez el primer día de mercado, el club estuvo sin delantero hasta el último día del mes. Tuvo algunos días mejores, como en casa ante el Elche en el que pudo marcar en el descuento, pero el equipo necesita mucho más de él. Lo que falla en Sevilla, también en el tiempo añadido, no tiene nombre y es impropio de un futbolista de su talla.

Aún deja una actuación brillante en casa ante el Mallorca, en el que mereció el gol y asistió a Bongonda para que lo hiciera. Pero enseguida acusó, y como, la llegada de los nuevos refuerzos. Un hecho que se vio agravado encima por caer lesionado durante un par de semanas.

En ese partido contra el cuadro balear, justo el que marcaba la mitad de la temporada, fue titular por séptima vez en lo que iba de campeonato; en la segunda vuelta sólo lo sería dos veces más, y una de ellas fue el duelo del Metropolitano, entre semana y asumido como perdido, con multitud de rotaciones.

Así y todo, el jugador, uno de los favoritos del presidente cadista, es renovado por una campaña más. Una renovación que ya dejaba dudas en algunos aficionados, dudas lícitas como se demostraría poco después.

Y llegamos así a la campaña 2023-24, la de su despedida como jugador cadista. Con 38 años y una plantilla plagada de delanteros, ahora sí, el madrileño ve como todos sus compañeros le pasan por la derecha y Sergio no cuenta con él. Todo ello pese a la situación desastrosa del conjunto amarillo, que se tira los meses de septiembre a enero sin ganar un dichoso partido de liga. Pero ni por esas, el 9 tiene oportunidades. Como siempre, en los últimos minutos de mercado, el club termina por rescindirle su contrato, confirmándose así la despedida del Tiburón de Vallecas.

Cuarto máximo goleador histórico del club en Primera (con 16 tantos), se cerraba así la página espléndida de un delantero al que la historia dará su lugar.