Jugador que tuvo un paso muy efímero en el club, cuando todo apuntaba a que daría mucho más de sí.

Marc Baró se formó en el fútbol base mallorquín aunque tuvo un ciclo formativo en la cantera del FC Barcelona y la del Valencia. Su talla, fuerza y condiciones con el balón en los pies siempre fue una carta de presentación que gustó a los ojeadores de los grandes del balompié español. Antes de pasar a la península, Santi Denia le convocó con la selección española sub'16 (cuando solo juegaba en un modesto club de Mallorca).

Llegó al Cádiz siendo todavía muy joven, y formó parte de aquella dorada generación (junto a los Duarte, Javi Pérez, Jordi Tur, Javi Navarro o Momo Mbaye) que consiguieron el doble ascenso (a Tercera y Segunda B).

Debutó con el primer equipo de la mano de Cervera, en Girona, y en un horrible encuentro de los amarillos, él fue de los pocos que se salvó. Siguió creciendo en el filial, a la par que entrenaba ya con los mayores, con los que, con el equipo ya en Primera, empezó a acudir asiduamente a los partidos. Primero de Copa, y finalmente debutar en la máxima competición (y de titular nada menos, en el Sánchez Pizjuán).

Pero llega su último año de contrato, y en lugar de quedarse en la primera plantilla como sustituto del Pacha Espino, el club le busca una salida. Por su edad, el filial ya le queda pequeño, pero tampoco se termina de confiar en él para el primer equipo. Así que sale cedido al Betis Deportivo, que juega en 1RFEF. Un poco sorprendente, porque era un viaje ya solo de ida.