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40. Mirandés - Cádiz (29/05/2011)



A las 9:00 en punto estamos en casa de Chele, Mayte y la futura Almudena que, a pesar de haber dormido solamente un par de horas al tener que amenizar una sus bodas hasta altas horas, incompresiblemente están puntuales con KIKO a la cabeza de la expedición. Nos montamos en el Bixocar y vamos a buscar a José. Con lágrimas en los ojos, su madre despide desde el balcón... posiblemente, algo temía de lo que iba a pasar.

Pillando la carretera de Burgos caemos en la cuenta de que no llevamos cámara de fotos alguna, así que habrá que tirar de móvil. Pusimos todas nuestras neuronas a trabajar en no dejarnos la pancarta y es que todo no puede ser. Tras unos kilómetros, Chele es castigado por decir a un TEMAZO de Kansas (Dust in the wind) que se aburre (Bixo no es flexible con su música) y como castigo le ponen un disco de Rockabilly de Stray Cats, Imelda May y versiones rockabilly de AC/DC y Ramones: toda una frikada que hace las delicias de José Luis. La respuesta del primo es contundente: se duerme.

Llegando nuestro primer destino: Vitoria. José nos dice que sabe llegar perfectamente y que pillemos la entrada de Lakua que es más directo, -¡¡¡la más directa!!!! (la madre que lo parió), después de meternos por una zona gazteitarra de votantes de Bildu y ya concierto retraso, encontramos el centro. Previamente nos metimos con el Bichocar por una zona peatonal de chalets muy deprimidos, dando algo la nota en el lugar. Por el camino nos cruzamos con una amiga biciclista marcando un tanga que sacó la vena más primaria de los chicos del coche que hicieron el cavernícola durante un rato y hasta Mayte aplaudió semejante culito. Ya llegados al frontón de Mendizorroza o “Monte de las Tortillas” donde habíamos quedado con Oier, Elena, Ion, Manolo y Oscar, bajamos al fin del coche.

Con los Vitorianos a la cabeza dentro del frontón amenizamos los saludos con unos ágapes a base de cerveza de la tierra (Keller), nos enteramos que Oier y Elena se casaran algún día y nos cuentan cómo clavo rodilla en las fiestas de la Vírgen Blanca, ante el ridículo que tenia Elena por tal petición. Qué bonito, oiga. Salimos de allí y nos disponemos a pasar al famoso aperitivo vitoriano.





Hace un calor de mil demonios y es imposible estar en ninguna terraza al sol, así que sin preocuparnos vamos haciendo una ruta por los bares locales hasta llegar a comer a unas carpas de comidas y bebidas del mundo. Allí nos vamos separando para comer, unos se van a Argentina a comer choripán y churrasco, otros a Australia a comer canguro, Chele (cómo no) se pasea por medio mundo a través de sus chiringuitos (bebiendo, claro!). El resumen es que salimos de tal recinto más cocidos que un langostino en Navidad.

Oier y Elena se van a currar al partido del Alaves con un pedo de impresión, a saber cómo van a estar en los tornos... aunque pensándolo bien mejor en los tornos en vez del bar del campo. Nosotros a su vez nos vamos a por el coche con Ion, Oscar y Manolo haciendo eses por la calle, claro que los peñistas van casi peor, despedida y para Miranda de Ebro que hemos quedado con Carlos, Urce, Rubén y un amigo suyo de Bilbao.

Con los vizcainos hemos quedado en el bar “Momentos”; la verdad es que suena más a lupanar que a cafetería, pero en fin, con Chele y con José siempre hemos entrado en lugares más sórdidos y lúgubres. Miranda nos recibe con una copiosa lluvia y, ya con el coche aparcado, encontramos a Urce y cia. Finalmente vamos a por unos digestivos al bar Fox y allí, junto a un grupo de cadistas que estaban dando buena cuenta de los esprituosos locales, esperamos a que llegue Carlos.





Hablando con los lugareños, nos explican que ellos no son vascos (por la cercanía de Vitoria), que son españoles pero tampoco burgaleses, que ellos son mirandeses; y que en Logroño no quieren ni verlos... nos lo explican bastantes veces para que nos enteremos bien. Qué gente más curiosa, la verdad.

Después de unos cacharros y cervezas, decidimos ir al campo porque Jose tiene más ganas de entrar en el Anduva que Rita Barberá en una talla "M". Sin embargo, llegando casi al campo nos damos cuenta de que nos hemos dejado la pancarta en el maletero y toca volver a por ella. Resultado: llegamos de nuevo con el partido ya empezado y otra vez que nos perdemos el pitido inicial. Las costumbres son las costumbres y hay que respetarlas.

El campo es muy pequeño y de eso creo que se contagió el equipo porque ejerció como tal: de equipo pequeño. El terreno de juego estaba encharcado y el balón no corría bien, lo que propiciaba el juego directo del Mirandés. El Cádiz salió a defender el 2-0 que traía del Carranza y a hacer más bien poco. A los pocos minutos, el árbitro se comió un claro penalty a favor de los mirandeses pero no tuvo reparo en compensar un rato más tarde anulando un gol al Cádiz perfectamente legal.





El juego y el campo no daban para mucho y la gente aprovechaba en la grada más a saludar al personal que a ver el fútbol.Así que nos dedicamos a charlar con los amigos de los Pixa que se habían desplazado en minibús hasta Miranda y a algún ex-compañero de la Km.0 que se había dejado caer por allí... muy tranquilo vi yo al Chano... je, je! Aún así la animación era buena, comandada por una sección de B*A y algún que otro Bukanero que se había escapado.

El aburrimiento y el bostezo era generalizado pero un inesperado gol local al filo del descanso nos hizo volver a nuestro sitio y ver que no todo estaba hecho. Tras el descanso, la sensación era que esta gente se lo empezaba a creer ya que el público salió enchufado y eso contagió a los jugadores locales. Al poco tiempo de la reanudación nos colaron el 2-0 y pusieron la eliminatoria en tablas.

El Cádiz al fin despertó y José González movió ficha sacando a Pachón, que no tardó mucho en marcar el 2-1 que parecía sentenciar el playoff. Nada más lejos de la realidad. Un nuevo despiste defensivo provocó un gol en propia meta cadista y el acojone generalizado en las filas amarillas. Viendo el tembleque en las piernas de los zagueros gaditanos, el Mirandés se dedicó a bombear balones. Lo curioso es que lo hacían con asombrosa facilidad. Nadie salía a achuchar a los centrales para que no centraran con tanta facilidad. Finalmente, la tragedia se consumó en el descuento: el portero, más solo que Adán y Eva el día de la madre, lanzó un zapatazo directo al punto de penalty que no pudo ser despejado por ninguno de los defensas cadistas, para acabar en los piés de un delantero rojillo que no perdonó (el muy mamón), ante el delirio de la grada local. 4-1 y para casa con la cara rota.





La afición burgalesa invadió el campo y, tras celebrar el triunfo con sus jugadores, se dirigieron en un bonito gesto a aplaudir al sector de grada que ocupaban los cadistas. Nosotros, con lágrimas en los ojos una vez más, respondimos con más aplausos hacia ellos. Quedó demostrado una vez más que el único patrimonio que de verdad merece la pena en este santo club son sus aficionados. Los que se hacen cientos de kilómetros, gastando un dinero y un tiempo que no tienen, para animar a una panda de inútiles que ni siquiera ponen la actitud necesaria para responder al esfuerzo de sus seguidores.

Algún jugador tuvo la decencia de acercarse al sector cadista a pedir perdón. Demasiado tarde. También se acercaron Enrique Huguet, Paco Baena y Antonio Navarrete. Todos ellos visiblemente afectados. Nadie duda de su cadismo pero espero por el bien del Cádiz CF que abandonen ya la nave. Son demasiadas las decepciones que llevamos a las espaldas y necesitamos gente nueva. Gente con otras ideas y otra manera de llevar el club.

Mención aparte también una vez más, a nuestros amigos de las fuerzas de seguridad que apenas nos dejaban movernos ni para ir al servicio a pesar del ambiente distendido con la afición rival que se respiraba. Para rematar la faena nos dejaron media hora encerrados en nuestro sector. A pesar de ello, varios cientos de mirandeses esperaron nuestra salida para hacernos un pasillo para aplaudirnos y darnos ánimos. Desde aquí agradecemos esta acción que a mi personalmente me emocionó y que demuestra que en el fútbol hay muchas gente buena pero que tristemente solamente salen en las noticias los incidentes desagradables.


De vuelta ya al casco antiguo, estuvimos charlando con los aficionados rivales mientras apurábamos las últimas cervezas junto a unos bocatas y el “sanjuanito” de José Luis que no se podía ir sin probar la morcilla mirandesa... la mejón del mundo, según ellos. Con sentimientos encontrados, tristes por la eliminación, pero contentos del buen día que hemos pasado y la cantidad de buena gente que hemos encontrado, partimos hacia Madrid donde llegamos sobre las 02:00 de la mañana.

Fin de temporada.





Crónica por Bixo, con sus correspondientes “morcillas” de Chele

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nacho

07/06/2011
11:06
se me han puesto los pelos de punta..!!! gracias por hacerme sentir así..el año que viene a 2ª, que un histórico como el Cádiz, como mínimo debe estar en la división de Plata.
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CREACIÓN FICHA: 03/06/2011

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 03/06/2011

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